17 septiembre 2008

Póngame un City Energie con hielo

AVISO: Artículo publicado el 16 de septiembre con fotos, negritas, cursivas,video y hasta con comentarios AQUÍ.

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En los últimos años el Calcio ha perdido fuelle. Lejos quedan aquellos equipos que dominaban Europa y que casi siempre adquirían a las mejores estrellas del momento para sus equipos. El Calcio, por entonces, tenía sin discusión la mejor Liga del Mundo y todos los cracks afirmaban sin despeinarse querer aterrizar en Italia. Estar allí era el techo.

Con el tiempo, no obstante, varios factores variaron la balanza, que se inclinó hacia España. Fue con la llegada de la Ley Bosman y los años del oro de los contratos televisivos. En poco tiempo los clubes españoles –sobre todo los grandes- adquirieron mucha pasta que invirtieron sin compasión. Eran tiempos en los que los clubes, generalmente, eran controlados por grandes empresarios a nivel estatal (Lopera, Gil, Lendoiro...). Italia, aunque siguió comprando estrellas como Ronaldo o Shevchenko, dejó de ser el referente para los foráneos, aunque siguió moviendo liras en el mercato interior. Todo empezó a ir mal cuando 2 de los nuevos grandes de Italia se fueron a pique por el hundimiento de sus magnates, viven la Lazio (Cirio) y el Parma (Parmalat). La pérdida de competitividad de la clase media italiana y la pérdida de chaché de los grandes llevaron al Calcio a una crisis que tocó fondo con el Moggigate. Ahí seguía el Milan ganando Champions con una plantilla viejuna y el Inter gastando ingentes cantidades de dinero en mediocridades, pero la Serie A, como liga, había tocado fondo.

Mientras, España vivió su época dorada con La Liga de las Estrellas. Ya no sólo Barça y Madrid tenían cracks referenciales, clubes como el Atlético de Madrid, el Depor, el Valencia o el Betis eran capaces de acometer fichajes de relumbrón para deguste de las portadas de la Guía Marca. Pero aquel oro milagroso no sería para siempre. La gente no pinchaba el PPV tanto como las teles querían y preveían y esas estrellas ni vendían tantas camisetas ni daban tantos títulos como para acometer sus insultantes fichas. Poco a poco y por motivos variopintos el castillo de naipes fue decayendo. El Atlético de Madrid y el Betis se fueron a Segunda. El Barcelona vivió una crisis económica importante y el Real Madrid de Lorenzo Sanz fue salvado in extremis por el Pelotazo de Florentino. Hoy, el Valencia está casi en quiebra técnica y el Depor es un equipo de media tabla, por no hablar de equipos como el Celta, la Real, el Zaragoza o el Espanyol, que tienen la caja vacía y enormes problemas para mantener plantillas sólidas. Sólo el Villarreal y el Sevilla, ambos apoyados por capital externo y adquiriendo una filosofía de fichar barato y vender caro, están en boga.

¿Y quién coge el relevo? Pues sí, evidentemente, la Premier League, y por varios motivos. No ha sido nada fácil para los equipos ingleses hacerse con el control. El fútbol británico es muy particular y durante varios años se miraba con recelo hacia Europa. Mucho físico, mucho patadón y mucha pasión, pero escasa calidad fue durante décadas el leitmotiv del Football. Eran reacios al juego táctico-especulativo y, todavía hoy, pitan a los piscineros por aplicar acciones lejanas al fútbol genuinamente inglés. Según mi parecer, todo empezó a cambiar con la llegada de Arsène Wenger al Arsenal. El técnico galo aterrizó en el viejo Highbury cuando el club londinense era conocido como “Boring Arsenal” y aplicó novedosas técnicas de trabajo. Con los años el Arsenal asumió un estilo vanguardista y se afrancesó. El Chelsea, por ejemplo, se italianizó y en Stamford Bridge empezaron a idolatrar a un jugón llamado Zola. Le Tissier ya no era un extraño. A este nacimiento del fútbol no británico dentro de Inglaterra hay que sumarle que el público inglés sí llena todos los campos, sea al precio que sea, sí adquiere merchandising, sí compra los partidos por PPV… el pastel funciona. Además, y por qué negarlo, esos campos tienen una mística especial y, aunque no se practique un fútbol puramente inglés, no han perdido las esencias que le hacían especial.

Teniendo todo esto, sólo faltaba la pasta. Al Fayed fue la novedad en una tendencia que poco a poco fueron adquiriendo los demás hasta llegar al que parecía el tope, Abramovich. Ya no hablamos de empresarios multimillonarios, hablamos de auténticos magnates de la revista Forbes. Manchester United, Liverpool, West Ham, Portsmouth… pasaron paulatinamente a manos adineradísimas. Algunos, como los seguidores del ManU o del Liverpool fueron reacios a estos movimientos, pero no había nada qué hacer. ¿Y qué más? Pues la TV, off curse. BSkyB pagó 1.338 millones por los derechos de la Premier para el periodo 2004-07. Ahora, tras ver la enorme expectación que genera esta competición en Asia, se ha firmado un contrato de 2.221 millones para el periodo 2007-2010 (un 66% más). ¿Resultado? En 2005 los equipos ingleses gastaron 444 millones en fichajes. En 2007, 785 millones.

Y todavía faltaba la guinda, y llegó de forma inesperada. El pasado verano, el ex ministro tailandés Thaksin Shinawatra compró el Manchester City por 121 millones de euros y prometió invertir en el club para convertirlo en un grande. El 1 de septiembre de 2008 lo vendió por 250 millones de euros a Abu Dhabi United Group for Development and Investment, un grupo inversor de los Emiratos Árabes, que tiene a Sulaiman Al-Fahim como parte visible. En 24 horas fichó a golpe de talonario a Robinho y se lanzó a por Berbatov, Mario Gómez, Villa y RVN (por el que, se dice, ofreció un cheque en blanco). Poco a poco se ha ido desgranando quién es Al-Fahim y cuáles son sus intenciones. Sulaiman Al-Fahim se hizo multimillonario contruyendo rascacielos y complejos hoteleros. Jefe ejecutivo de Hydra Properties (constructora que realiza lujosos hoteles en Abu Dhabi y México) y presidente de la Federación de Ajedrez de Emiratos Árabes Unidos (llegó a ser el quinto mejor ajedrecista del mundo cuando sólo tenía nueve años). Su nombre aparece en el puesto 16 del ránking de la Arabian Business Magazine de los árabes más ricos del mundo. Presenta un reality show en una televisión árabe y también hace sus pinitos en el mundo del cine. Sin ir más lejos, produjo la película Batman: el caballero oscuro.

De todas formas, parece ser que Al-Fahim no es más que la cara visible. El verdadero hombre clave, según la BBC, es el jeque Mansour bin Zayed al Nahyan, miembro de la realeza y hermano del heredero. Según diversas publicaciones, la fortuna de la Familia Real rondaría los 1,5 billones de euros. Digamos pues, que el City es a día de hoy el club de fútbol más rico del mundo, y con enorme diferencia. Y lo que es más importante, parece que van en serio. Sin ir más lejos, la semana pasada presentaron un documento de 83 páginas bajo el título: Un nuevo modelo para una sociedad futbolística. En él, se detalla la estrategia que llevarán a cabo para convertir la marca City en un referente a nivel Mundial (al estilo Virgin). Quieren llegar a acuerdos con Tata para fabricar Citycars y con Red Bull para que podamos bebernos un City Energy. Se habla también de comida (City Eating) y de tarjetas de crédito (Citycards). Todo ello alrededor de un equipo de fútbol plagado de estrellas. El primero en llegar fue Robinho, pero parece que cada vez que se abra el mercado balompédico habrá sorpresas. Cristiano Ronaldo, Kaká, Torres, Cesc y Berbatov son sólo un escueto resumen de una lista que Al-Fahim quiere hacer realidad. Y avisa: “Soy como un bulldozer, arrasaré con cualquier cosa que se cruce en mi camino”. Dicho queda.